sábado, 14 de julio de 2012

Creyente.

Recé cada noche para que la tormenta pasara.
Juntaba mis manos, esperando ser escuchado.


Plegarias numerosas y diferentes,
todas y cada una destinadas a ti, a nosotros.


Oré cada momento, cada segundo,
para que podamos seguir estando juntos.


Invoqué todo lo que fuera posible,
para que estés conmigo, y no me dejes.


Oraciones constantes fueron mi compañía,
permitiéndome creer en nosotros.


Recé tanto, oré tanto, 
que te fuiste... y ni me di cuenta.


No hice nada.
Hay que separar las manos.
HACER.

No hay comentarios: